Cómo operaba la banda que usaba un estacionamiento céntrico de Tigre para robar casas

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Un estacionamiento ubicado en la zona más turística de Tigre era el centro de operaciones de una organización delictiva que utilizaba un llamativo modus operandi: las víctimas dejaban su auto, se los revisaban, les hacían copias de las llaves de sus casas para luego, sin violencia, ingresar a las propiedades y robarles.

La banda estaba compuesta por al menos ocho personas. Cuatro de ellas “trabajaban” desde las celdas carcelarias en las que estaban detenidas y también había un empleado municipal que brindaba información sobre los patrullajes de la Policía local.

Hasta el momento se identificaron cuatro robos, tres en San Isidro y el restante en Tigre, en la zona norte del Gran Buenos Aires.

Los hechos ocurrieron entre abril de 2021 y enero de 2025, según la investigación llevada adelante por la fiscal María Paula Hertrig, a cargo de la Fiscalía de Boulogne, y de los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro.

A diferencia de este tipo de robos, enmarcados en escruches o entraderas, la banda tenía una característica llamativa: ingresaban a las casas por la mañana, entre las 9.30 y 10, de acuerdo a las denuncias. En dos casos sorprendieron primero a la empleada doméstica y después al matrimonio dueño del lugar.

Martín Darío Rettori (40), señalado como líder de la banda.

Una vez adentro, los hombres ejercían violencia sobre sus víctimas. Las maniataban, encerraban en una habitación y hasta las amenazaban. “¿Dónde está la plata? Sabemos que tenés plata, ¿dónde está la caja de seguridad? Sabemos que tenés caballos de polo, sabemos que vendiste una casa”, fue una de las advertencias.

El líder de la banda

El líder de la organización era Martín Darío Rettori (40), quien para la Justicia “simulaba” trabajar en el estacionamiento “Mateo”, ubicado en la calle Pizarro 1500, a unas seis cuadras del Puerto de Frutos, plena zona turística del Delta de Tigre. Allí comenzaban a planearse los robos.

Una vez que los ocasionales clientes dejaban su vehículo, y asegurándose que regresarían varias horas después, Rettori buscaba las llaves de la casa y documentación para saber la ubicación.

Mientras las personas dejaban el auto en el estacionamiento para su tranquilidad y seguridad, Rettori enviaba a copiar las llaves y sacaba foto a la documentación para tener direcciones de las posibles casas que serán luego objetivo para los ladrones.

“Las víctimas ni siquiera podían imaginar ni mucho menos relacionar cómo los autores ingresaban con las llaves de sus domicilios pues los hechos no ocurrían inmediatamente después de haber dejado estacionados los autos en el garaje ‘Mateo’, sino que -inteligentemente- dejaban pasar un tiempo y luego cometían los hechos”, señaló la fiscal Hertrig en su pedido de detenciones realizado a la jueza de Garantías N° 3 de San Isidro, Andrea Rodríguez Mentasty.

La funcionaria judicial también resaltó en su escrito que el resto de la banda, una vez terminado los robos “le rendían cuentas” a Rettori, “lo que demuestra su calidad de jefe de la asociación”.

Las tareas de inteligencia

Con la información brindada por el líder de la banda, comenzaba la segunda etapa que consistía en el trabajo de campo frente a las propiedades, es decir, «la inteligencia previa». Se verificaba cuántas personas vivían allí, que vehículos poseían, los horarios que tenían, sus rutinas y hasta probaban las llaves para ver si funcionaban para luego poder ingresar sin problemas.

Amigo, te estoy diciendo, estamos acá, vinimos a laburar, vinimos a abrir y no entran. Probamos las cuatro llaves de todas maneras y no entran. Estamos re enfierrados, ¿qué onda?”, se desprendió de una de las escuchas.

«Cómo te voy a mandar, cabeza de gato. Las llaves fueron probadas, igual que las de San Isidro. Las llaves se prueban primero, amigo«, fue parte de otra comunicación que se hacía a través de la aplicación de mensajería muy poco conocida llamada Zangri.

Esta fue una de las comunicaciones de los ladrones a su jefe en uno de los robos. Si bien el ingreso a las casas no era violento, una vez dentro de la propiedad amenazaban a las personas con armas, los maniataban y les robaban.

El botín denunciado asciende a más de 100 mil dólares y casi 750 mil pesos. Además, se llevaron otros elementos como joyas, alianzas y hasta un violín.

La ayuda “local”

Todo el procedimiento tenía el respaldo de un empleado municipal, identificado como Leandro Martín Mousso (40), alias “Rata”, que informaba sobre los patrullajes de la fuerza de seguridad local.

Hoy mis compañeros persiguieron a una banda. Ojalá la semana que viene arranquemos a pleno, amigo”, decía en uno de los audios incorporados en la causa.

Según informaron desde el municipio de San Isidro, el hombre integraba la planta permanente desde hace más de una década. Ingresó en 2013 al área de Tránsito y luego pasó por distintas dependencias. Antes de ser separado preventivamente e iniciarle un sumario interno, cumplía funcionales de vigilancia en un puesto fijo en un predio municipal.

Los manojos de llaves que tenía la banda para ingresar a las casas.

El municipio se puso a disposición de la Justicia para colaborar en la causa y establecer la responsabilidad del acusado.

La caída

El nombre de Rettori comenzó a tener importancia para los investigadores por una serie de mensajes analizados a partir de la detención de otro de los integrantes de la banda.

“Ante la coincidencia del modus operandi de los hechos, la investigación se centró en sospechosos con antecedentes que podrían estar haciendo ese tipo de robos. A partir de allí se reunió información donde surgió el nombre de uno de ellos, ya detenido. Se realizaron escuchas y cruces telefónicos donde se individualizó a Rettori como organizador”, dijo a Clarín un detective.

La investigación determinó que al menos ocho personas integraban la banda. Cuatro de ellas estaban detenidas en penales bonaerenses por delitos similares. Se encontraban en la Unidad Penitenciaria N° 21 de Campana, en la N° 28 de Magdalena y en la Alcaidía Departamental Lomas de Zamora II.

Estos acusados fueron identificados como Lucas Mormandi (34), alias “Grandote Blanco”; los hermanos Carlos Ezequiel (36) “Liber” y Ariel Ernesto (45) “Tano” Libertini; y Luis Alberto “William Wallace” Ponton Echagüez (34).

Parte de la banda ya estaba presa y operaba desde la cárcel.

Agentes de la DDI realizaron una serie de allanamientos en viviendas de Campana, Lomas de Zamora, San Isidro y Morón, donde detuvieron al resto de la banda, entre ellos al empleado municipal Mousso y Hugo Alberto Jiménez (36), conocido como “Viejardi”. Solo quedó un sospechoso prófugo.

En los operativos se secuestraron teléfonos celulares y documentación que los detectives están analizando para continuar con la investigación para saber si más personas formaban parte de la organización.

La fiscal Hertrig imputó a los acusados por los delitos de «asociación ilícita, robo agravado por ser cometido en poblado y en banda y por el uso de llave falsa, privación ilegal de la libertad agravada por el uso de violencia en reiterados hechos».

AA – EMJ

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